divendres, de maig 16, 2008

spam telefónico y caridad

Desde que estoy en Portugal he descubierto otro tipo de spam telefónico. Digamos que estaba acostumbrada a que me vendieran cosas, o incluso a que intentaran timarme prometiéndome el oro y el moro de entrada para descubrir luego que se trataba de otra cosa, pero a que me llamen constantemente para pedir caridad NO estaba acostumbrada.

Esta mañana me ha despertado el teléfono que sonaba con insistencia. Fijo que tenía que sonar con insistencia porque el aparato estaba abajo y yo durmiendo arriba. Cualquiera que me conozca sabe lo que me cuesta despertarme. Me puede despertar el teléfono si lo tengo al lado, pero cuando está abajo ni me entero.

Me he levantado con calma, con mucha calma, y he comprobado el número desde el que llamaban y no me sonaba de nada. He pensado lo de siempre, que si era algo importante volverían a llamar. Y sí, al cabo de un rato han vuelto a llamar. Había muchos ruidos de fondo, concretamente de gente gritando, y la señora que hablaba conmigo hablaba bajito y a toda leche. He entendido algo de una niña que necesitaba 1.400 euros para algo. Seguramente para una operación o para equipamiento ortopédico. Cuando le he pedido a la señora que hablara más alto y más despacio no me ha hecho ni caso y he colgado. No es que sea maleducada, es que no tenía sentido dejar que la señora hablara sola. Además, todas las veces que han llamado he acabado dándoles el teléfono móvil de Jorge y pidiéndoles que NO llamen a casa. Si son incapaces de anotarse eso, es su problema, no el mío.

Hay otra cosa que me saca de quicio, aparte de que las organizaciones de caridad se de dediquen a hacer spam telefónico y es que se vayan pasando mi teléfono. Antes solamente llamaban los de una de ellas, una organización con la que colaborábamos habitualmente cuando vivíamos en Oporto. Desde que vivimos aquí han aparecido otras. Tengo la impresión de que lo que pasa es que, efectivamente, comparten base de datos de gente a la que llamar. De todas formas lo peor es que las organizaciones de caridad se dediquen a llamar por teléfono a la gente, y que encima llamen para pedir cosas que la Seguridad Social debería cubrir.

El otro día me pasó algo parecido. En el supermercado de costumbre en lugar de tener los contenedores de rejas para que la gente hiciera donativos para las asociaciones de animales, había lo mismo, pero para humanos. Con la cosa de que te daban bolsas de plástico en las que se detallaban los alimentos que se pedían (los de siempre, aceite, azúcar, latas de conservas, legumbres, pasta y arroz). Compré más comida y les dejé una bolsa, pero me tocó las narices hacerlo. Sin embargo, no me molesta en absoluto hacerlo cuando se trata de dar comida para animales. Recuerdo que lo comentamos al salir, porque a Jorge también le molestó. La razón estaba clara. En un país desarrollado en el que se pagan impuestos eso es problema del estado, mientras que los animales no lo son. Por lo tanto es aceptable dar dinero para las cosas que el estado no debería cubrir y, sin embargo, jode tener que dar dinero para aquellas cosas de las que el estado tendría que encargarse, que para eso pagamos impuestos.

La verdad es que si viera que la gente protesta y se moviliza y exige unos servicios mínimos al Estado igual no me enfadaría. Pero pienso que mientras la gente siga callada y dé dinero para esas cosas lo único que se consigue es empeorar las cosas.