dimecres, d’agost 31, 2005

driving in portugal

Una amiga me dijo que lo que le contaba acerca de los conductores portugueses daba para un monólogo de esos que hacen los humoristas en la tele. Yo le dije que sin duda, que cada vez que pensaba en ello acababa hablando sola. Y no precisamente bien. Pues bien. Este es mi monólogo. Le he puesto el título en inglés por eso de los buscadores. Seguro que así lo ve más gente.
Cuando una lleva un cierto tiempo viviendo en Portugal se da cuenta de varias cosas. Por ejemplo de que los portugueses presentan una ceguera selectiva. No ven las líneas continuas blancas esas que hay pintadas en el suelo de las carreteras. Y si las ven pasan de ellas. Como si no existieran. En otros países civilizados eso sería una falta grave, pero en Portugal no pasa nada. Es más, te pitan y te dan las largas si por no saltarte una no te apartas.
Las largas básicamente sirven para decir “Aparta, que voy”. Es muy habitual ver los destellos de alguien que viene a una velocidad muy superior a la permitida haciéndose sitio de esa manera. Y si no te apartas (por eso de las líneas continuas blancas, por ejemplo) se te pegan peligrosamente al culo, y siguen dando largas. Se ve que son gente con mucha prisa. Bueno, lo de la prisa será en la carretera, porque en el trabajo nunca tienen prisa, ni entienden de plazos. La habrán gastado toda al volante, digo yo.
Por otra parte, el colectivo portugués parece haber llegado a la conclusión de que las señales de tráfico y las marcas viales son meramente orientativas. Que no les hacen ni caso, vamos. Según las declaraciones de los conductores portugueses, un 60% no hace caso de las señales de STOP, y otro tanto (no sabemos si son los mismos) lleva el coche sin tener seguro. Pero eso no es lo peor, evidentemente. A mí que ellos se estampen a 180 cuando sólo se puede ir a 120 me parece genial. El problema es que lo que son capaces de decirte cuando respetas las señales y los límites de velocidad.
En cuanto al uso de los intermitentes, es preceptivo si los usan ellos. Es decir, si un portugués tiene el detallazo de poner el intermitente, eso le da derecho a efectuar la maniobra indicada antes del primer parpadeo del artilugio en cuestión. Si lo pone otro... creo que se interpretaría como que está escribiendo una carta a los Reyes Magos, que dicho sea de paso, en Portugal no existen. Es el niño Jesús en persona quien se encarga de repartir los regalos en Navidad. Es decir, que entienden que a uno le gustaría hacer esa maniobra en los próximos cien años, pero no le dejan ni de coña. Se ve que esperan a que el otro les cierre el paso.
Más acerca de los intermitentes. Un número asombroso de coches quieren circular por la mediana. O eso dicen. Vamos, que hace 20 años en la autoescuela me enseñaron que uno indica la maniobra con el intermitente y luego lo para. Aquí no. Aquí se ve que hay que ir indicando que quieres ir más a la izquierda, y más, y más...
Eso sí, problemas de aparcamiento no hay. Cuando a uno le molesta el coche, lo deja donde sea. Y ya se apañará la ambulancia o el coche de bomberos si no puede pasar.
Cuando llevaba aquí un par de meses leí unas declaraciones del presidente de la república en las cuales afirmaba que hay tantos accidentes debido a la falta de civismo de la gente. Ole. No es por nada... pero una no ha llegado tan alto y de eso se había dado cuenta en un par de semanas. Y añadiré algo más... desconocen el concepto de cortesía, hasta el punto de que cuando alguien (yo, evidentemente) les cede el paso, se desmontan dando las gracias. Y son tan absolutamente incívicos que nunca hay sitio para aparcar en los lugares reservados a discapacitados en los centros comerciales. Y cuando miras mal al hombre que por su propio pie se monta en su coche perfectamente estacionado en un sitio marcado como para inválidos, no se dan por aludidos ni asoma el mínimo atisbo de vergüenza a su expresión. La lógica también brilla por su ausencia en su forma de conducir. Hay veces en las que es razonable y lógico ceder el paso... pero no aquí. Aquí uno tira para delante, como si los demás no existieran. Por eso precisamente me compré un monovolumen (la preferencia de peso ayuda) antes de mudarme a Portugal.
A mí me encantaba conducir. Me relajaba. Y ahora ni se me ocurre salir de casa sin el móvil, y bien identificada. Y es que antes de vivir aquí yo pensaba que me iba a morir de cáncer o algo así. Ahora tengo claro que igual muero a manos de algún animal que se saltará una línea invisible, digo continua, en cualquier carretera portuguesa. No hay día en el que no vea alguna infracción grave y peligrosa en la carretera, y da igual si sólo voy hasta la gasolinera que está a 3 km de casa, en una zona residencial en la que el límite de velocidad es 50 km/h. Así que, si tengo un accidente, al menos que sepan quien soy, ¿no?
En cuanto a la GNR (Guardia Nacional Republicana) sé que existe. Me lo han contado. A veces veo algún vehículo suyo transportando bicicletas o caballos. Me han dicho que son como la Guardia Civil, pero en portugués, pero a veces pienso que es como el hombre del saco, porque en las carreteras no hay.
Echo de menos terriblemente a la Guardia Civil. Si alguien llega a decirme hace un año que llegaría a escribir estas palabras me habría reído en sus narices. Pero es cierto. Imagino que las fuerzas del orden son necesarias cuando la gente es incapaz de cumplir las leyes por sí misma. Una lástima.

Si vais por el norte de Portugal, yo soy la del Opel Zafira con matrícula española que va cantando canciones de Lluís Llach, Joaquín Sabina, Sopa de Cabra o Uc a voz en grito cuando no está maldiciendo a la madre de los otros conductores. Igual esa música es una forma de recordarme a mí misma que yo soy de otro mundo.