dijous, de gener 24, 2008

el spam nuestro de cada día

Una cosa es que a una le llenen el buzón de correo electrónico con ofertas de medicinas varias o de remedios milagrosos para alargarle a una eso que no tiene, y otra muy diferente es recibir cada día una o dos llamadas telefónicas no deseadas, de gente que una ni siquiera conoce, en las que te intentan vender algo. Con el spam por correo electrónico todo lo que hay que hacer es darle a un botón para borrar el mensaje o, como mucho, indicarle al programa antivirus que bloquee al remitente del mensaje. En cambio, cuando suena el teléfono, todos dejamos lo que tenemos entre manos para contestar, al menos en la mayoría de los casos. Hace años que decidí NO salir de la bañera ni de la cama (estando despierta) para coger el teléfono ni para abrir la puerta de la calle. Pero, en general, soltamos lo que tenemos entre manos para contestar al teléfono, y cuando ya has contestado suele quedar bastante mal decir que “es que no me apetece hablar con usted”. Porque encima resulta que me pierde la educación. O ellos se aprovechan de la educación de la gente, según se mire. Ellos pueden llamarme sin conocerme de nada, pero yo no puedo decirles que no quiero hablar con ellos... encima. Así que, como este tipo de spam me molesta mucho y además lo considero una intrusión grave en mi vida y en mi intimidad, he decidido hacer algo al respecto.

De entrada, a menos que esté esperando una llamada de alguien que no sé si llama con el número identificado o no, NO voy a coger el teléfono si no me sale un número en la pantallita. Así seguro que me ahorro el 80% del spam telefónico, porque la mayoría llaman desde números escondidos. Faltaría más. Ellos saben tu teléfono, pero no te dejan ver el suyo para que luego puedas tocarles las narices cuando te apetezca... Pues no me da la gana. Si no veo el número en la pantallita, no cojo el teléfono.

Si a pesar de todo se cuela alguna llamada de alguien que no conozco e intenta venderme algo, he decidido que YO voy a tener la sartén por el mango. Para empezar, que me den su número de teléfono. Si no quieren dármelo, a mí no me interesa hablar con ellos. Si me lo dan igual me apetece saber también los datos legales de su empresa, como nombre, dirección y NIF. Por si luego hay que hacer algún tipo de reclamación. Y a lo mejor me apetece saber el nombre, dirección y teléfono privado de la personita que me está llamando. Al fin y al cabo me están llamando a mi número privado. Que ellos tengan la jeta de llamar a un número que encuentran en la guía y yo no, no quiere decir que yo no tenga derecho a tener la misma información acerca de ellos. ¿Que ellos, personalmente, no tienen la culpa? Pues yo seguro que no la tengo, y ahí estoy, perdiendo el tiempo en atenderles.

Además, si de entrada me preguntan quién soy, no van a saberlo hasta que no me digan quiénes son ellos. Es alucinante descolgar el teléfono y que alguien te pregunte con quién está hablando. No, oiga, con quién estoy hablando yo, que ha sido usted quien me ha llamado sin que yo se lo pidiera.

En cuanto al spam en persona, en vivo y en directo, que de ese también tengo... hablo otro día.