dijous, de febrer 28, 2008

t'adones, amic

T'adones, company,
que a poc a poc ens van posant el futur
a l'esquena;
t'adones, amic.
T'adones, company,
que ens el van robant cada dia que passa;
t'adones, amic.
T'adones, company,
que fa ja molts anys
que ens amaguen la història
i ens diuen que no en tenim;
que la nostra és la d'ells,
t'adones, amic.
T'adones, company,
que ara volen el futur
a poc a poc, dia a dia, nit a nit;
t'adones, amic.
T'adones, company,
no volen arguments,
usen la força,
t'adones, amic.
T'adones, company,
que hem de sortir al carrer
junts, molts, com més millor,
si no volem perdre-ho tot,
t'adones, amic.
T'adones, company,
t'adones, amic.

Raimon (1972)
Avui he anat a comprar i pel camí escoltava en Raimon. M’ha sobtat aquesta cançó, feia molt temps que no l’escoltava. No deixa de ser trist, molt trist, que ara mateix les coses estiguin, si fa no fa, com quan la va escriure fa trenta-sis anys. I ara fa una estona, mirant el telenotícies he vist que justament avui a actuat a Barcelona. Han donat un petit fragment de l’actuació. Cantava “Jo vinc d’un silenci”. I també és vigent a hores d’ara. I és trist. Molt.

dimecres, de febrer 27, 2008

No estoy de acuerdo, señor Cercas

Ayer aterricé en el blog de Javier Cercas y estuve dándome una vuelta por sus apuntes. Me pareció un blog interesante, así que me suscribí para estar al día. Esta mañana he aprovechado un rato libre para darme otra vuelta por los apuntes anteriores y he dado con uno que me ha removido un poco por dentro. Copio el texto del apunte en cuestión:

No debería ocurrir que una novela de S. King cueste en la librería igual que una de Cortázar.¿No les parece?
Esto confunde a la gente. Los precios no sólo deberían discriminar el aspecto material de la edición sino, sobre todo, la calidad.
Que alguien tome nota y haga algo.

A ver... deduzco que lo que se pretende ahí es que cuanto mayor sea la calidad literaria de una obra, mayor sea su precio. Para empezar diré lo primero que se me ha ocurrido al leer ese apunte: no me parece adecuado penalizar a alguien por su buen gusto. La idea de que las obras de buena calidad literaria se distingan de otras por un precio mayor sería buena si no fuera, precisamente, porque serían más caras, y esa diferencia de precio la pagaría el consumidor final, que no tiene la culpa de tener mejor gusto que otros pero estaría pagando más por tener tan buen gusto. Digamos que no me parece un buen sistema de difusión de la cultura. A lo mejor habría que pensar en otra forma de distinguir esa calidad, más que nada para que ser culto no resulte mucho más caro que no serlo.

Además, hay muchos factores que influyen en el precio final de un libro, como el tipo de soporte físico concreto (calidad de papel, tipo de encuadernado), los costes de producción (diseño gráfico, corrección, traducción) o cuestiones de mercado (previsiones de ventas, tirada, ediciones). Pero aun suponiendo que los costes de producción fueran los mismos para ambas novelas, tampoco creo que sea malo que los dos libros cuesten lo mismo. No hace falta ser especialmente listo para darse cuenta de que no todos los libros son igual de rentables y que las editoriales cuentan con el panorama general para hacer sus previsiones. Supongo que cuantos más libros tengan de esos que se venden como rosquillas, más fácil será que puedan permitirse publicar obras que vendan menos, y encima hacerlo a un precio razonable. En el caso concreto que nos ocupa, supongo que King vende bastante más que Cortázar, así que el hecho de que se vendan muchos libros de King ayudará en cierta manera a que las editoriales publiquen otras obras que en principio no venderán tanto pero que consideran interesantes. Nos guste o no, la pela es la pela, y unos cuantos best-sellers en el catálogo de una editorial pueden permitir la producción de otras obras quizá mejores en cuanto a calidad literaria pero de menor tirada y que reportarán menos beneficios a la editorial.

Traslademos esto a otros ámbitos de la cultura. Imaginemos que no se trata de libros, sino de películas o de reproducciones de cuadros, es decir, de cosas cuyo soporte físico tiene un coste similar. ¿Nos parecería lógico que el DVD de una película con muchos premios internacionales costara más que otra que no los tiene? ¿Estaríamos dispuestos a pagar más por una lámina de las mismas dimensiones con una reproducción de un cuadro de un pintor que de otro porque se supone que el arte reproducido es mejor que el de otra lámina de las mismas dimensiones? Y, finalmente, ¿a quién correspondería decidir qué obra es mejor y, por lo tanto, más cara que otra?

Me apetece volver al tema de los best-sellers en general y a Stephen King en particular, pero antes quiero aclarar una cosa. En mi biblioteca hay de todo, desde Stephen King hasta Julio Cortázar. Soy capaz de disfrutar de ambos tipos de lectura, aunque quizás no en las mismas circunstancias, de la misma manera que puedo pasármelo muy bien escuchando música pachanguera en una fiesta en la playa aunque prefiera la música clásica en otras circunstancias. Ya he dicho lo primero que quería decir: ambos tipos de literatura cumplen su función y eso hace que sean diferentes, y cuando dos cosas son diferentes no es posible la comparación. Cuando apetece leer a Stephen King, apetece eso y no otra cosa, como cuando apetece ver una película de sábado por la tarde. A veces apetece saborear las palabras, es verdad, pero otras veces lo único que quieres es que te cuenten una historia que te enganche para sumergirte en ella. Creo que los que leemos mucho tenemos la costumbre de tener varios libros empezados a la vez, y en mi caso suelen ser libros muy diferentes, porque de la misma manera que no siempre me apetece escuchar la misma música o ver el mismo tipo de cine, tampoco me apetece siempre leer el mismo tipo de literatura.

Y ahora, una última reflexión en cuanto a los best-sellers en general y a Stephen King en particular: si no se ha leído a Stephen King en VO es como si no se hubiera leído a Stephen King, al menos en España. En este caso concreto lo tengo claro. Siempre que ha llegado a mis manos un libro de ese señor en español he tenido que comprarlo luego en inglés porque las traducciones no le hacen justicia. Ahora mismo en mi casa hay seis libros del señor King en español y entre todos suman cinco traductores. No sé si los traductores no quisieron repetir, si quisieron pero cobrando más y la editorial se buscó a otra gente o si, simplemente, a la editorial ni se le ocurre plantearse que sería una buena idea eso de cuidar las traducciones. Las tarifas de traducción que pagan las editoriales son bajísimas, eso lo sabemos todos los que estamos en el mundillo, pero además, lo más triste es que un libro de ese tipo venderá igual, aunque la calidad de la traducción deje mucho que desear. Otro pequeño apunte en cuanto a traducción de libros que se venden como rosquillas. Un equipo de cinco traductores ha participado en la traducción de la última novela de Ken Follett (“Un mundo sin fin”, la segunda parte de “Los pilares de la tierra”), igualito que si se tratara de la traducción de los manuales de usuarios de la última colección de frigoríficos Bosch, en la que se reparte el proyecto entre varios y luego un gestor de proyectos intenta darle coherencia. Pero claro... una novela no es un manual de instrucciones, y eso se nota. Pero convenía publicarla a la vez que en el resto del mundo, había que darse prisa, y además el libro se iba a vender de todas maneras, así que da igual si la traducción cojea.

dimarts, de febrer 26, 2008

josep palau i fabre (1917-2008)

Dissabte passat ens va deixar el poeta Josep Palau i Fabre. Si hagués de triar només un escrit d’aquest autor, escolliria aquest, que ara vull compartir amb tots el que llegiu aquest blog.

CANT ESPIRITUAL

No crec en tu, Senyor, però tinc tanta necessitat de creure en tu, que sovint parlo i t'imploro com si existissis.

Tinc tanta necessitat de tu, Senyor, i que siguis, que arribo a creure en tu –i penso creure en tu quan no crec en ningú.

Però després em desperto, o em sembla que em desperto, i m'avergonyeixo de la meva feblesa i et detesto. I parlo contra tu que no ets ningú. I parlo mal de tu com si fossis algú.

Quan, Senyor, estic despert, i quan sóc adormit? Quan estic més despert i quan més adormit? No serà tot un son i, despert i adormit, somni la vida? Despertaré algun dia d'aquest doble son i viuré, lluny d'aquí, la veritable vida, on la vetlla i el son siguin una mentida?

No crec en tu, Senyor, però si ets, no puc donar-te el millor de mi si no és així: sinó dient-te que no crec en tu. Quina forma d'amor més estranya i més dura! Quin mal em fa no poder dir-te: crec.

No crec en tu, Senyor, però si ets, treu-me d'aquest engany d'una vegada; fes-me veure ben bé la teva cara! No em vulguis mal pel meu amor mesquí. Fes que sens fi, i sense paraules, tot el meu ésser pugui dir-te. Ets.

París, 14 de maig 1950.

divendres, de febrer 22, 2008

gente que no puede ser feliz

Hay gente que lo tiene realmente mal para ser feliz. Es muy difícil estar bien si, tengas lo que tengas, siempre llegas a la conclusión de que desearías tener otra cosa; si, estés donde estés, te das cuenta de que en realidad estarías mejor en otro sitio; o si, en una circunstancia determinada, acabas por desear que tus circunstancias fueran otras. A la gente que funciona así normalmente se la suele definir como que no sabe lo que quiere. Yo no creo que sea así. Ellos parecen saber lo que quieren, pero cuando lo tienen resulta que no, que quieren otra cosa. Así que yo los llamo gente que siempre quiere otra cosa. Si damos por cierto eso de que “No es feliz quien tiene mucho sino quien está contento con lo que tiene”, queda claro que esa gente nunca podrá ser feliz.

Luego tenemos otro tipo de gente que tampoco podrá ser feliz nunca. Esos son los que dependen de los demás para estar bien. Necesitan que los demás hagan ciertas cosas y sean de una determinada manera para sentirse bien. En definitiva, necesitan que las vidas de quienes les rodean se ajusten a sus expectativas particulares, pero, cuidado, que no solo estamos hablando de cosas que dependen de esas personas, sino también de cosas que se escapan por completo a su control. Esas personas no solo exigen que uno haga cosas, sino también que el azar juegue a su favor. Esa gente no solo espera que quienes tienen a su alrededor hagan ciertas cosas por ellos, sino que también espera que sucedan cosas, o que no sucedan. Son gente que se queja porque los otros han tomado ciertas decisiones, pero también se queja porque han sucedido ciertas cosas que se escapan totalmente al control de los afectados, como accidentes o enfermedades. Evidentemente, esos también lo tienen muy mal para llegar a ser felices.

Además, hay un tercer grupo de gente que nunca podrá ser feliz. En ese grupo se combinan las dos características anteriores. Por una parte siempre quieren otra cosa y por otra necesitan que las vidas de los demás se ajusten a sus expectativas. Evidentemente, la combinación de ambas cosas es terrible, sobre todo para aquellos que intentan hacerles felices, pero de eso hablaré más adelante.

Eso sí, es relativamente fácil reconocer a esa gente incapaz de ser feliz. Basta ver como hablan, al analizar su discurso nos daremos cuenta. Lo primero que llama la atención es el abuso del condicional. Los del primer grupo, los que siempre quieren otra cosa, no paran de decir cosas como: “Ahora me gustaría estar en / ir a...”, “Me gustaría que...”. No se cortan a la hora de expresar sus deseos, hasta el punto de que quienes les escuchan acaban por preguntarse si alguna vez saldrá de sus bocas algo parecido a “¡Qué bien estoy aquí/ahora/así!”. Es posible, pero muy poco probable. También tienen tendencia a castigarse. Se lamentan usando lo que en inglés se llama condicional imposible. Dicen cosas como “Si hubiera hecho/dicho... (cualquier participio), ahora sería/tendría/estaría (cualquier condicional)”. A mí personalmente siempre me ha parecido absurdo utilizar ese tiempo verbal, seguramente porque solo sirve para lamentarse, y porque no creo que tenga mucho sentido eso de gastar tiempo y energías en describir cosas que no podemos cambiar, pero, claro... yo no soy como esa gente que estoy describiendo ahora mismo.

Los que necesitan que las vidas de los demás se ajusten a sus expectativas también usan el condicional imposible, pero en lugar de utilizarlo para lamentar todo lo que han hecho mal o no han hecho, lo utilizan para recriminar sus acciones a quienes tienen a su alrededor, esos que, según ellos, tienen la obligación de hacerles felices. Como además de pretender que la gente que tienen alrededor haga las cosas que ellos quieren voluntariamente, también esperan que otras cosas sucedan de una determinada manera, pueden llegar a decir cosas como estas: “Si no hubieras tenido ese accidente...” (claro, como que me encanta tener el coche destrozado y tres costillas rotas), “Si hubieras tenido un hijo...” (pues sí, es que soy estéril a propósito, oye), “Si en lugar de niño hubiera sido niña...” (es que se me olvidó poner la cruz en el recuadro de sexo femenino al rellenar la hoja de encargo, mira), “Si tu padre no hubiera tenido cáncer...” (que todos sabemos que lo tuvo porque se moría de ganas de vivir algo tan enriquecedor como la quimioterapia y una buena cirugía radical, que en el fondo estaba disfrutando como un enano), “Si hubieras estudiado medicina...” (o derecho, o arquitectura, o ingeniería, según te haga falta en cada momento, ¿no?). Parece que no se den cuenta de lo absurdo de su discurso, que no sean conscientes de que no tiene ningún sentido, especialmente si se dedican a echarles en cara a los demás ese tipo de cosas que se escapan totalmente al control de cualquiera. Además, tienden a tomarse las desgracias, incluso las ajenas, como algo personal y pueden ser muy duros en sus recriminaciones, que resultan totalmente absurdas para los que no están implicados, pero que pueden ser muy difíciles de entender para quienes sí están implicados y son en realidad las víctimas de la situación.

Los del tercer grupo, esos que siempre quieren otra cosa y además necesitan que las vidas de los demás se ajusten a sus expectativas también usan los condicionales, exactamente igual que los de los otros grupos. Lo peor, sin embargo, es otra cosa: hoy lo usan para recriminarte una cosa, pero mañana lo usarán para recriminarte otra. Como se te ocurra hacer un sacrificio para intentar que sean un poco felices, habrá sido en vano, porque llegará el momento en que se darán cuenta de que en realidad querían otra cosa. Esa gente, que seguro que nunca llegará a ser feliz, es especialmente peligrosa, tanto para ellos mismos como para quienes tienen a su alrededor, especialmente si a su alrededor hay gente generosa, de esa que hace todo lo posible para que quienes les rodean se sientan bien, o con tendencia a la culpabilidad. El problema es que esa gente que no puede ser feliz suele ser especialista de la manipulación y del chantaje emocional, y muy probablemente conseguirá que quienes están a su alrededor intenten complacerles. Se sacrificarán, harán cosas que no quieren hacer, dejarán de hacer cosas que quieren hacer... y luego se darán cuenta de que no habrá servido de nada porque, sea lo que sea lo que han hecho, al final se enterarán de que “tendrían que haber hecho otra cosa”. Algunos incluso se sentirán culpables, especialmente si la persona que les recrimina tiene una ascendencia fuerte sobre ellos (de hecho, cuanto más quieran a esa persona que no puede ser feliz, más culpables se sentirán). Con un poco de suerte, se darán cuenta de lo que hay, llegarán a entender que hagan lo que hagan siempre lo harán mal aunque de entrada parezca que lo han hecho bien. Luego llegarán a la conclusión de que, en ese caso, lo mejor es hacer lo que realmente desean hacer y podrán seguir con sus vidas con una cierta tranquilidad.

Me imagino que ahora mismo alguien se está preguntando qué se puede hacer con esa gente que no es capaz de ser feliz. Nada. Lo más probable es que no lleguen a cambiar nunca. Y, si cambian, no será por lo que nadie les diga, sino más bien porque la vida acabará por ponerles en su sitio. Esos que siempre quieren otra cosa posiblemente necesitan madurar, establecer sus prioridades y aprender a tener expectativas realistas. Los otros, además de todo eso, necesitan saber que no son dueños de las vidas de los demás, que hay cosas que no dependen de nadie, y luego “paciencia para aceptar las cosas que no pueden cambiar, valor para cambiar las cosas que pueden cambiar, y sabiduría para distinguir entre unas y otras”. Y todo eso no se lo podemos dar nosotros, por mucho que deseemos que sean felices. Así que lo mejor es intentar vivir nuestra vida como queremos y no dejar que su infelicidad influya en nosotros.

dijous, de febrer 21, 2008

una veritat com un temple a un temple

Aquesta pintada és al mur lateral de l'antiga catedral de Bragança. He de dir que m'hauria agradat més si enlloc de dir "Como pode um homem pensar livremente na sombra de uma igreja!" hagués dit "Como pode um homem pensar livremente na sombra da igreja!". Matisos, coses que canvien de sentit pel fet de fer servir l'article indefinit o el definit...

Això sí, si el sentit fos més definit, dedicaria aquesta frase a la Conferència Episcopal Espanyola. De tot cor.

dilluns, de febrer 11, 2008

capélio da ribeira

Una vez hechas las compras tocaba matar el gusanillo, así que fuimos hacia atrás, buscando un sitio donde además de tomar una cerveza se pudiera comer cualquier cosa, porque habíamos salido de casa sin haber comido más que el desayuno. En esta casa los fines de semana se desayuna y luego se merienda-cena fuerte. Lo de levantarse a mediodía tiene esas cosas...

Aterrizamos en un chiringo pequeño donde parecía que tenían cosas de comer. El bareto está tres locales antes de la plaza con la fuente antigua y la estatua moderna (horrenda, nunca me cansaré de decirlo) de San Juan si se va desde el puente de D. Luis, concretamente el número 48 del Cais da Ribeira.

Pedimos um fino (una caña en Oporto, en Lisboa se llama uma imperial) y uma tosta mista (sándwich de jamón york y queso) cada uno. De repente vimos salir un chorizo en llamas (antes lo habían rociado con alcohol) clavado en un palo y puesto sobre una assadeira (por fin he entendido la utilidad de ese cacharro de barro ovalado con unas tiras cruzando por encima, de barro también). Y luego ha salido otro, y otro, y otro... Decidimos que la próxima vez nos pediremos eso, que debe ser lo típico del chiringo en cuestión.

Y de repente, el fado. A todo volumen, saliendo de una jukebox tipo Wurlitzer. Una voz de hombre que no cantaba nada mal. No reconocimos al cantante por la voz y decidimos preguntar más tarde.

Los señores del chiringo estaban muy ocupados, entre servir las mesas y localizar a Nadia, su nieta, rubia de unos 5 o 6 años. La abuela amenazaba “Cómo no vuelvas ya mismo te va a caer una bofetada que...”. La niña asoma, “¡Ahora voy!”, y desaparece otra vez. Ruido de niños jugando. La abuela se acerca, le mete un berrido, va la niña, la abuela le planta un besazo y le dice algo. La niña se va a jugar otra vez. La Ribeira tiene un ambiente de barrio de los de antes, delicioso. Perros y niños sueltos en la calle, gente que se conoce y se habla.

Detrás de mí el señor del chiringo se pone a cantar un fado. No canta nada mal. Comento que tiene valor, que eso de cantar fados a capella no lo hace cualquiera. Luego llega un paisano. Canta con él. Tiene pinta de pobre y de borracho, o de que le falta un aire. Pero canta y sonríe. Cantan los dos a dúo. Y luego canta también el CD de la máquina con ellos.

Entramos para pagar. Preguntamos quién canta. El señor del bar nos dice que él. Le decimos que quién canta en la máquina. Nos dice otra vez que él. Flipamos. Nos cuenta que ha sacado un par de CDs y nos los enseña. Le decimos que queremos uno. Él nos dice que nos pone un autógrafo. Escogemos el que tiene en la portada la foto del señor montada sobre un fondo de la Ribeira y otra de la nieta jugando a barrer. Descubrimos que se llama Capélio da Ribeira, o que ese es su nombre artístico. El título del CD es “Amo a Ribeira, amo o Rio”. Mientras el señor nos lo dedica un cliente nos cuenta que cuando en la Ribeira no había nada, ese bar ya estaba ahí. Capélio nos pregunta si no lo hemos visto nunca en la tele. Le decimos que vemos poco la tele. Nos callamos que la tele portuguesa no la vemos casi nunca, por si acaso nos encontramos con uno de esos culebrones. La dedicatoria dice: “Para o casal simpático, Francisca e Jorge, com um abraço de amizade do Capélio da Ribeira”. Le exijo mi abrazo. Nos dice que volvamos otro día, que nos cantará un fado a la mesa.

Nos vamos hacia el coche comentando el tema. Sabemos que volveremos a ese bar, y no solo por habernos quedado con ganas de probar el chorizo flameado.

Vamos a comprar esa cámara. Cenamos cualquier cosa en un centro comercial. Cenando descubrimos que Jorge ha perdido el móvil en algún lugar durante la tarde, así que toca llamar para que lo desactiven. Hoy habrá que ir a una tienda a buscar otro móvil y otra tarjeta con el mismo número. Adiós a todos los números guardados en ese móvil. Pero no fue un mal día, en absoluto.

passarinho da ribeira

Segunda parte del turisteo. Había que acercarse a algún centro comercial para comprar una cámara digital para otra excavación, así que bajamos por la Rua de D. Pedro V para ir hacia el centro comercial Parque Nascente bordeando el río. Había un poco de hambre, y pensamos en cruzar a Gaia para tomar algo con vistas a la Ribeira, pero el atasco para cruzar el río era monumental y decidimos meter el coche en el parking de la Praça do Infante y tomar algo en la Ribeira.

Me fue genial porque, de paso, fuimos a ver la que yo llamo “tienda de los jerseys”, una tienda de cosas típicas, para turistas, pero con unos precios muy razonables. Ahí venden jerseys, chaquetas y ponchos de lana (mezclada, lavan muy bien y no pican) hechos a mano y a precio razonable, y encima nos conocen y nos hacen descuento. Está vez sí estaba abierta (habían estado en obras y además había habido crecida), y me compré un par de chaquetas de lana y un jersey enorme, además de una gorra de lana de esas con orejas, todo ello por el módico precio de 80€. También tienen souvenirs típicos y unos maravillosos calcetines de lana hechos a mano, que son una verdadera delicia en invierno. La señora de la tienda nos comentó que su hijo había abierto otra tienda, un par de puertas más allá, así que fuimos a verla.

La tienda se llama “Passarinho da Ribeira” y tienen cosas muy bonitas, artesanía no exactamente barata, pero bonita. Seguramente lo más interesante sean las cosas hechas con corcho. Bolsos, carteras, cinturones, portafolios, sombreros... todo de un corcho finísimo. También tienen bordados, cerámica (algunas piezas ya las habíamos visto en la feria de artesanía de Vila do Conde, en verano) y juguetes de madera y de hojalata. Yo por mi parte he decidido empezar hoy mismo una colección de cajitas cuya tapa es una reproducción de azulejo hispano-árabe. La primera pieza de la colección está encima de la cómoda del antiguo cuarto de los desastres. Esa tienda está en el 31 del Cais da Ribeira y la tienda de los jerseys unas dos o tres puertas a la izquierda de espaldas al río.

museo romántico - palacio de cristal

Ayer por la tarde tocó turistear un poco. Digo que tocó, porque la mitad del turisteo fue por cosas de trabajo: estamos preparando un libro sobre el material encontrado en la excavación de un cementerio del siglo XIX en el centro de Oporto. No es un libro sobre antropología física sino de objetos funerarios, es decir, no va de muertos, sino de los accesorios con los que fueron enterrados. Rosarios, zapatos, botones, monedas... esas cosas. Así que fuimos a ver el Museo Romántico al que se puede llegar desde los jardines del Palacio de Cristal, por si acaso ahí había alguna pieza que tuviera algo que ver con los materiales encontrados en las tumbas. El museo en cuestión está en una quinta donde vivió exiliado el rey Carlos Alberto de Saboya (o de Cerdeña) unos meses, o más bien donde fue a morir de tuberculosis. (Hay que notar la mayor extensión del artículo de la wiki en portugués). Ninguno de los objetos expuestos tenía nada que ver con el atrezzo mortuorio de la excavación como ya esperábamos, pero había que comprobarlo. En cuanto al museo, había algunas cosas interesantes (pocas), no quedaba muy claro lo que era original y lo que era reproducción, y muchas cosas estaban pidiendo a gritos la mano de un restaurador competente.

Antes he dicho que al museo se puede llegar desde los jardines del Palacio de Cristal, y por ahí hemos llegado. Al salir del museo dimos un pequeño rodeo para ver los jardines, especialmente el jardín de aromáticas, entre otras cosas porque había letreros indicadores, y quedaba claro que no podíamos estar muy lejos de ahí. Tremenda desilusión. Había plantas aromáticas, sí, pero pobrecillas, ¡en qué condiciones! Sus letreros de identificación no estaban en el lugar correcto, porque el lugar correcto había sido tomado por las malas hierbas y ellas estaban en cualquier rincón intentando medrar... El resto de los jardines no estaba en mejores condiciones. En general estaba muy descuidado y sucio, tomado por las malas hierbas, al menos la parte más boscosa. Apenas quedaban animales sueltos, hemos visto un pavo real, varios patos, palomas y varias gallinas. Y el jardín que está cuidado, el que da a la calle, necesita desesperadamente de una repoblación del césped y/o de más agua, porque la hierba está cortada, pero sequísima, y con lo que llueve aquí me huelo que es más una cuestión de necesidad de repoblación urgente que de falta de agua. En fin, que fue una desilusión ir a los jardines después de la visita de la otra vez en la que había vida animal (un pato me atacó y casi me muerde, pica, o lo que sea que hacen los patos cuando atacan a los humanos), la vida vegetal no consistía principalmente en malas hierbas y la impresión era de verde, principalmente.

dissabte, de febrer 09, 2008

mi libro de mandalas para colorear, disponible para descarga

Finalmente he conseguido subir el archivo de mi libro de mandalas para colorear y ya se puede descargar. Las ventajas del libro electrónico con respecto al libro en papel son, básicamente, que se puede imprimir en un papel adecuado para el tipo de técnica que queramos usar (todos sabemos que el papel normal no aguanta nada que no sean lápices de colores) y el precio, que es la mitad del libro impreso. Así que, si alguien se dedica a pintar mandalas en serio y le gusta usar tinta, acuarela, óleo o pastel, le recomiendo que se decida por el libro electrónico en lugar de por el libro en papel.

Aquí se pueden ver todos los mandalas que hay tanto en el libro electrónico como en el libro impreso.

qüestió de prioritats

Ahir horabaixa vaig anar a comprar a un supermercat gran, d’aquells que té una filera de tendes a l’altre costat de les caixes. Quan vaig arribar encara no eren les sis, això vol dir que molta gent encara no havia sortit de treballar, o que encara no havia tingut temps d’arribar a comprar. Quan entrava al súper vaig veure que al passadís, just davant l’entrada, hi havia com una mena de contenidor de reixes, com una gàbia sense sostre, perquè la gent hi posés els seus donatius per a una associació que acull animals abandonats. Normalment demanen menjar, arena pels gats, productes de neteja, draps... qualsevol cosa que es pugui fer servir en un lloc on hi ha molts animals, en definitiva. Sempre que els veig compro alguna cosa per donar, cosa absolutament normal si es té en compte que els tres bitxos que tenim a casa són del carrer i que n’hem acollit alguns de manera temporal fins que hem trobat una casa per ells, i que ja fa anys que a casa hi ha sempre menjar per donar als animals que passen gana pel carrer. A Eivissa, abans de trobar el ca, quan compartia casa amb n’Albert, ja compràvem menjar de gat per alimentar els gats que vivien pel barri. A Son Caliu també solia donar menjar a dos gats que hi havia pels voltants. I aquí també tenim el costum de donar menjar a gats i gossos del carrer. Bé, la cosa és que he fet la compra com sempre i que hi he afegit un parell de sacs de menjar per animals. Avui ha tocat menjar de gos, un sac per cadells i un altre per gossos adults. De fet, si la gent d’aquesta associació sempre tingués la gàbia posada, sempre compraria alguna cosa per posar-hi.

Quan vaig acabar de fer la compra vaig tornar cap a l’entrada per deixar els sacs de pinso. I no veia la gàbia aquella de cap manera, només veia gent, una gentada. Al final vaig veure que era gent que feia cua i que la cua donava la volta a la gàbia. M’hi vaig acostar i vaig haver de suar perquè em deixessin un foradet per on ficar els sacs a la gàbia. Semblava que aquella gent no es volgués separar ni dues passes de qui tenia al davant, no fos cas que algú aprofités... Gairebé em vaig emprenyar. Quan, finalment, vaig aconseguir deixar els sacs i ja me’n tornava cap a la sortida vaig mirar on era que feia cua, aquella gent. Era una papereria/quiosc/administració de loteries. Quan el meu estimat va tornar a casa li vaig demanar si hi havia algun premi gros, i m’ha dit que sí. Li vaig explicar el que m’havia passat i el que havia pensat en aquell moment: que em sembla més productiu gastar els diners en un sac de pinso per animals que tirar-los en una loteria. Ell em va dir que moltes caritats es financen amb les loteries, però... no és això. És una opció personal. M’estim més gastar 5 euros en menjar pels gossos abandonats, o en una ONG, que 3 en una loteria. Per ventura és que sóc poc jugadora, o per ventura és que quan vaig estudiar probabilitats em va quedar clar que les loteries són una gran manera de tirar els diners. Però, deixant això de banda, possiblement el que més em va sobtar ahir va ser l’actitud de la gent que feia cua, sense voler deixar-se prendre ni vint centímetres d’espai i sabent que s’estarien allà una bona estona, sense fer res més. Les poques vegades que he comprat loteria, o que he fet una primitiva o uns euromilions, ha estat perquè ja hi era. Crec que mai sortiria de casa per fer anar a segellar la butlleta abans d’una hora determinada, ni tampoc em passaria més de mitja hora fent cua per fer-ho. Suposo que a hores d’ara ningú no es sorprendrà si dic que les poques vegades que he jugat tampoc me n’he recordat de mirar si havia tret res...

dilluns, de febrer 04, 2008

¿ya no fumamos? ¡pues ahora toca no comer!

Paseando por la red tropiezo con lo que, probablemente, sea la noticia más absurda de los últimos tiempos. Resumiendo: el estado de Mississippi está pensando en hacer una ley que prohíba a los restaurantes servir comida a los clientes obesos. Ole sus santos cojones. Además, si los restaurantes se empeñan en incumplir la ley, pueden quitarles el permiso. Y claro, tendrán unas directrices para poder determinar si un cliente entra en la categoría de obeso o no. Ya me imagino a los clientes pasando por la prueba de la cinta métrica y la prueba de la báscula antes de entrar en el comedor, como las maletas cuando vas a facturar el equipaje, solo que en el caso de las maletas se suma el peso de todas ellas y se divide entre el número de pasajeros...

Lo peor no es que a algún iluminado se le haya ocurrido esa ley ridícula. Lo peor es que, si efectivamente dos tercios de la población del estado de Mississippi tienen sobrepeso o son obesos y, por lo tanto, existe una preocupación por el estado de salud de la población, seguramente la solución no sea prohibir a los restaurantes que les sirvan comida, entre otras cosas porque la comida NO es mala. A este paso igual lo siguiente será que los obesos no puedan ir a comprar comida al supermercado. Me estoy imaginando al tercio delgado de la población llevando comida a los dos tercios obesos como si de contrabando se tratara. Como en tiempos de la ley seca. La verdad es que si uno deja correr la imaginación el tema da para mucho...

Pero a lo que iba. Si hay preocupación por el estado de salud de los ciudadanos, lo lógico sería pensar en otro tipo de soluciones, como programas para que la gente aprendiera hábitos de alimentación más saludables, por ejemplo. O incluso poner a disposición del público unos bonitos programas de adelgazamiento, con endocrinos, nutricionistas, y demás profesionales cualificados. Ah, es que eso debe ser caro, claro, y allá no hay acceso a un sistema adecuado de salud pública. Vaya. :(

Y me pregunto yo: ¿es que en el estado de Mississippi no tienen nada mejor en lo que entretenerse? ¿No hay otras cosas más urgentes o preocupantes que merezcan una leyecita de esas? ¿No hay delincuencia, gente sin hogar, drogas, abusos a menores, violencia doméstica, gente que conduce borracha hasta las cejas, analfabetismo, fracaso escolar ni animales sin hogar? ¿En serio que no hay nada que preocupe más al estado que los chuletones (o la ensalada, que nunca se sabe lo que uno puede pedir...) que la gente entrada en carnes pueda meterse entre pecho y espalda en un restaurante? Y otra cosa: ¿Se han dado cuenta de que esa ley dejará a los restaurantes sin dos tercios de sus posibles clientes? Los restauradores deben estar que trinan, y con razón.