La versión de Paco Ibáñez de este poema de Gabriel Celaya
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,
que golpea las tinieblas.
Cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades;
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades,
amorosas crueldades.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos, dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo, estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales, que llenándose las manos
se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de los que toman partido,
partido hasta forrarse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren.
Y canto respirando. Canto y canto y cantando
más allá de mis penas,
de mis penas personales, me ensancho,
me ensancho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo, seguimos tocando el fondo.
1 comentari:
Estupenda mención la que has seleccionado. Felicitaciones.
Te dejo un cordial saludo.
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